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La intolerancia
alimentaria puede
ser un factor clave a tener en cuenta
en el tratamiento de la fatiga. |
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La fatiga crónica es una alteración que se
caracteriza por un cansancio y debilidad mantenidos, que no están
relacionados con un esfuerzo en particular, no se alivian con el
descanso o sueño, y son particularmente más acusados
en las primeras horas del día.
Las causas de este síndrome pueden
ser diversas, tales como enfermedades
infecciosas (virus
Epstein-Barr), anemia, fibromialgia,
alteraciones psicológicas, y la
alimentación, parece ser un factor
clave.
Según la Sociedad Americana de la Fatiga Crónica
y el Síndrome la de la Disfunción Inmunitaria
(CFIDSAA), la fatiga crónica puede
incluir, además de cansancio,
una larga lista de síntomas, como
dificultades en la función cognitiva,
alteraciones visuales, trastornos
psicológicos, vértigo,
problemas de equilibrio, sensibilidad
a temperaturas extremas,
y dolores en el pecho.
Ciertos pacientes padecen fatiga
después de una infección vírica.
Durante la infección, el sistema
inmune produce citoquinas que la
combaten pero que a su vez debilitan
al organismo, y sus efectos,
pueden persistir durante algún
tiempo. En particular, los linfocitos
producen interferones, útiles contra
infecciones víricas pero que se
ha demostrado que son causantes
de fatiga, vértigo y cefaleas.
Otros pacientes manifiestan fatiga
crónica después de un trauma
psicológico, o bien después de
un periodo de intenso trabajo, lo
cual sugiere que las hormonas del
estrés podrían estar implicadas.
Algunos autores defienden que
el síndrome de la fatiga crónica
es el resultado de una disfunción
del sistema inmune. Después
de una infección, estrés u
otro trauma, algunos factores
inmunológicos causantes de la
fatiga, se mantienen elevados
indefinidamente. Según la CFIDSAA
la naturaleza exacta de
esta disfunción no está bien definida,
pero puede considerarse
como un estado de sobreactivación
del sistema inmune.
Cuando existe un periodo de
fatiga superior a seis meses, se
puede sospechar la existencia
de una intolerancia a alimentos o
a aditivos alimentarios. La fatiga
puede ser una temprana señal
de alarma de la intolerancia
alimentaria.
Los tratamientos nutricionales han demostrado ser eficaces y
no agresivos en la terapia de la fatiga crónica. Con
la ayuda del Test ALCAT, se puede elaborar una dieta personalizada
para el paciente, en la que se excluyan o disminuyan las dosis de
los alimentos que causan intolerancia, y mejorar, en muchos casos,
la fatiga crónica del paciente.
Estudios relacionados
Estudio de la Dra. Barbara Salomon
con un grupo de 172 pacientes
de diversa sintomatología,
de entre los cuales 97 presentaban
fatiga crónica. Al excluir
de la die-ta los alimentos
que causaban la intolerancia,
estos pacientes mejoraron en un
60% su estado de fatiga.
En 1994, en el Columbia/HCA
Medical Centers Sports Medicine
y el Performance Center de
Houston, se realizó un estudio
liderado por el Dr. Gilbert Kaats,
Ph.D., con 100 pacientes que
presentaban fatiga crónica, astenia
e insomnio. La mitad de pacientes
siguieron una dieta personalizada
con el Test ALCAT
durante cuatro semanas y, después
de este periodo, se observó
una mejora del 67%. La otra
mitad de los pacientes siguió
otro tipo de dieta que no repercutió
en mejora alguna.
• Solomon BA: The ALCAT Test-A guide
and barometer i the therapy of environmental and food sensitivities.
Environmental Medicine 1992; 9 :1-2.
• Kaats GR, Pullin D, Parker LK: The short term efficacy
of the ALCAT Test of food sensitivities to facilitate
changes in body composition and self reported disease symptoms.
Amer J Bariatric Medicine Spring 96; 18-23.
• http://www.alcat.com/studies.html 99
• Rivera R, Deutsch R: Your hidden allergies are making you
fat. Prima Health 2001 4th edition.
• Neetling WML: Reproducibility of the antigen leucocyte
cellular antibody test (Alcat) Orange Free State, Bloemfontein,
South Africa, Jan-April 1998.
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